domingo, 4 de abril de 2010

Intimidación y costo político.

29/3/2010

Intimidación y costo político


Por Orlando Ochoa Terán
En momentos en que la opinión internacional asedia al gobierno bolivariano y se cuestiona su respeto por los derechos humanos y la libertad de expresión, la detención de Oswaldo Álvarez Paz demuestra que, en medio de grandes crisis, el propósito intimidatorio priva sobre el costo político. Gobiernos extranjeros y medios de comunicación de diferentes partes del mundo (la conspiración imperial según el léxico bolivariano) asechan al gobierno bolivariano en momentos en que se debate para sobrevivir su peor crisis en una década.

En cualquier nación normal del mundo este es tiempo de desplegar lo mejor de la diplomacia pública o comunicacional para mitigar y controlar daños. Pero en la Venezuela bolivariana, donde quiera que el presidente Chávez advierta un problema, le lanza una granada. Se ha dicho que la comunicación es a la diplomacia lo que la sangre es al organismo humano. Si esto es así el gobierno bolivariano sufre de leucemia.

El concepto de comunicación que se asocia a la diplomacia y que se remonta a la antigua relación de los faraones de Egipto con Babilonia y Asiria, no tiene cabida en la estrecha y parroquial concepción del socialismo del siglo XXI. Comunicación bolivarianaEn 11 años los funcionarios del gobierno bolivariano no han aprendido, entre otras cosas, la regla más elemental de la comunicación diplomática que proclama, “hacer es decir y decir es hacer”. Que una determinada conducta es un mensaje o la ausencia de conducta es también un mensaje. Como dice el historiador Simon Franklin, “actividad o inactividad, palabras o silencio, todos estos son mensajes que tienen valor e influencia en otros que también respondiendo o no igualmente transmiten un mensaje”.

Hasta el lenguaje corporal es una forma de transmitir mensajes. El presidente Chávez también se las trae ! en comunicaciones diplomáticas con sus pares. La manera más sutil que ha encontrado de usar el lenguaje corporal en estos 11 años es colocarle el brazo por encima del hombro a un colega para indicar que lo clasifica entre sus “hermanazos”. Nunca antes el gobierno bolivariano había estado tan asediado por la opinión pública internacional.

El auto de la Audiencia Nacional española en las cuales se señalan nombres, circunstancias agravantes y un cúmulo de indicios que vinculan a Venezuela con las FARC y ETA coincide también con el último informe del Departamento de Estado, distribuido al mundo entero, sobre Control y Estrategia Internacional Antinarcóticos del Departamento de Estado en el cual se destaca que “elementos de las fuerzas de seguridad de Venezuela asisten a organizaciones terroristas extranjeras como las FARC y el ELN”. Dos caras de una moneda“Un permisivo y corrupto ambiente en Venezuela” añade el informe- “junto con el aumento de los esfuerzos de interdicción de drogas en el Caribe, América Central y México, han convertido al país en una de las rutas preferidas para el tráfico de drogas ilícitas de América del Sur''.

No lo informa Oswaldo, lo hace público el Departamento de Estado y la Contraloría General (GAO) de EE UU. A esto se agrega que la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de la ONU señala a Venezuela como uno de los principales países de transbordo de la "mayor parte de la droga", específicamente cocaína procedente de Colombia y Perú en ruta hacia África. La Organización Mundial de Aduanas resalta que “la mayor parte de la cocaína que ingresa a Europa occidental procede de la República Bolivariana de Venezuela siguiendo la ruta de África central y África occidental”.

¿Cómo entender entonces que se impute a Oswaldo Álvarez Paz por opinar sobre informaciones que han sido diseminadas por todo el planeta y documentadas por el Departamento de E! stado, la ONU y la Organización Mundial de Aduanas? Hace cerca de un año el gobierno bolivariano también privó de su libertad al general Raúl Isaías Baduel. No es coincidencia pues que Oswaldo Álvarez Paz y Raúl Isaías Baduel, dos caras de una misma moneda, estén en la cárcel por representar a sectores sociales e institucionales que no transigen ante la creciente pérdida de valores democráticos. Ambos están separados de otros dirigentes opositores que aún se aferran o se conforman, algunos con candidez otros por cálculo, a los cada vez más reducidos resquicios de democracia.

Una vez lo dijimos y hoy lo repetimos, la historia enseña que en ocasiones se está más cerca del poder tras las rejas que en libertad plena. Este es otro de los riesgos que corre el gobierno bolivariano al creer que la intimidación priva sobre el costo político.

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