jueves, 13 de mayo de 2010

Del Párkinson y materias aledañas.

Diario de América.
23/4/2010
Del párkinson y materias aledañas

No han sido felices las experiencias de los pueblos que a ciencia y paciencia encargaron del poder a hombres enfermos

Por Fernando Londoño Hoyos

Con el gesto nobilísimo de reconocer su enfermedad, Antanas Mockus se quitó, como él mismo lo dijo, una catedral de encima. El problema es que la catedral existe y de sus hombros pasó a los nuestros, potenciales electores o posibles súbditos de su gobierno. Y como no tenemos otros hombros sobre los cuales cargarla, no hay más remedio que afrontar su peso.


No han sido felices las experiencias de los pueblos que a ciencia y paciencia encargaron del poder a hombres enfermos. Los Estados Unidos lo probaron con uno de los más carismáticos y meritorios de sus presidentes, Franklin Delano Roosevelt, y los resultados fueron catastróficos. Reelegido para un cuarto período en noviembre de 1944, murió muy poco después víctima de hemorragia cerebral producida por un proceso arteriosclerótico universalmente conocido.


Ya había pasado la Conferencia de Yalta, pero quedaba la tarea de construir el mundo que seguiría a la terrible guerra mundial. Los norteamericanos pusieron su destino, y el de todos, en las incompetentes manos de Truman. Stalin quedó amo de la escena, y el telón de acero y centenares de millones de infelices que lo padecieron durante más de 50 años fue el precio de aquella osadía.


Juan Domingo Perón, elegido octogenario y visiblemente enfermo para gobernar una Argentina casi ingobernable, hubiera sido el único que pusiera paz entre los sectores de derecha e izquierda de su arisco justicialismo. Murió el primero de julio de 1974 y dejó tamaña empresa en manos de Isabelita, de Cámpora y del brujo López Rega. El precio fue el terrorismo, las amnistías cobardes, una pavorosa crisis económica y, finalmente, la dictadura militar. Lo que pasó después, por conocido se calla.


Venezuela eligió presidente a Rafael Caldera cuando le faltaban fuerzas para todo. Tanto más para poner orden en medio de un caos político que desembocó, nada menos, que en el gobierno de Hugo Chávez.
Colombia también tiene dura experiencia en el asunto. Don Manuel Antonio Sanclemente trató de gobernar desde Anapoima, Tena y Villeta, pues que la altura de Bogotá resultaba excesiva para su salud y sus años. Sus disputas con el vicepresidente Marroquín, la debilidad de un gobierno en manos de nadie y las intrigas que la aprovecharon hicieron lo demás. La Guerra de los Mil Días y la separación de Panamá pueden anotarse en el balance de esa elección incomprensible.


El profesor Antanas Mockus tiene párkinson. Es una enfermedad muy cruel, de la que el temblor en las manos es apenas heraldo inocente. El párkinson pone a prueba toda la fuerza de voluntad del que lo sufre para superar obstáculo tan enorme a una vida plena. Por mucho que las estadísticas y ciertos pronósticos entusiastas dejen para más tarde en el caso del ex alcalde las temibles consecuencias de su mal, nadie nos ha dicho que sea buena terapia encomendarle al paciente la más extenuante carga de trabajo que pueda concebirse y someterlo a las continuas, inevitables y pavorosas angustias que trae consigo el ejercicio del poder en Colombia.


No puede remitirse a duda que si Mockus ganara sería más decisivo que nunca el entorno palaciego. Y esta receta la desaconsejan siglos de las más amargas experiencias.
Insistimos en que el profesor Mockus ha sido valeroso, transparente y esencialmente honrado al dejarnos saber que es un enfermo de párkinson.

Nuestra solidaridad cristiana con él y con los suyos no nos alivia la enorme responsabilidad que asumimos al aceptar su circunstancia, que no será, si resulta vencedor en las urnas, la de un ciudadano común que enfrenta un mal progresivo e irreversible. Por eso creemos obligado compartir estas reflexiones, así quisiéramos callarlas. Se trata nada menos que de la salud de la Patria y no apenas del bienestar de uno de sus mejores hijos.(El Tiempo)

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