domingo, 14 de marzo de 2010

EL Foro del lunes, con Aníbal Romero.

EL NACIONAL - Lunes 08 de Marzo de 2010
Cultura
El foro del lunes
ANÍBAL ROMERO Especialista en teoría política y profesor jubilado de la USB
A propósito de la publicación de sus Obras selectas, el intelectual habla de las similitudes del chavismo con los totalitarismos del siglo XX. Su declarada confianza en la vocación civilista de la sociedad venezolana, no obstante, le impulsa a creer que el país tendrá un futuro democrático
MICHEL ROCHE RODRIGUEZ
MROCHE@EL-NACIONAL.COM
Aníbal Romero, que se declara un optimista irredento del futuro venezolano, está convencido de que se avecinan grandes jornadas democráticas. Ha pasado casi 30 años de su vida profesional analizando la historia política del país y parte de ese trabajo está impreso en sus Obras selectas, publicación de tres tomos editada por Equinoccio que será bautizada el miércoles en los espacios abiertos del edificio Mene Grande, en Los palos Grandes.


Por su solvencia intelectual y su articulada manera de pensar, evidente en su lenguaje preciso, la antología de ensayos de Romero es un documento importante para entender la sociedad venezolana actual. El cofundador del programa de posgrado en Ciencia Política de la Universidad Simón Bolívar y docente en la Escuela de Estudios Liberales de la Universidad Metropolitana es un crítico fehaciente del gobierno del presidente Hugo Chávez, aunque tampoco es muy concesivo con la dirigencia de oposición, a la que llama a la "unidad firme e inquebrantable" para salvar al país de una dictadura. "Su deber es deponer las ambiciones individuales y partidistas para actuar en función del interés nacional: ponerle fin sin guerra civil y sin castrismos a la etapa de la revolución bolivariana".


El plan de gobierno de la dirigencia opositora, como lo imagina Romero, plantea en primer término la restauración de la democracia mediante la separación de poderes, su alternabilidad y la protección de los derechos de las minorías. "Después, es imperativa la salida de las fuerzas de
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ocupación cubanas e iraníes de Venezuela, porque su presencia constituye una violación de la soberanía.


En tercer lugar, hay que dar garantías de reconciliación con los sectores chavistas no comprometidos en delitos. El cuarto punto es que los problemas sociales de la mayoría serán atendidos mejor de lo que lo ha hecho este régimen y que se establecerán políticas económicas para sacarnos del foso al que nos ha llevado Chávez". Dice que el programa existe, pero que hace falta una voz que lo pregone y le haga sentir a los venezolanos que se están decepcionando del Presidente que hay otra propuesta. La misma formulación de ideas de quien ha sido visiting scholar en universidades tan importantes como Stanford y Harvard demuestra lo que también es una preocupación patente en su antología para qué sirven los intelectuales: para pensar el futuro del país. --Usted dice en su libro que los pensadores venezolanos han señalado la crisis de la democracia desde las últimas dos décadas del siglo XX. El pesimismo marcó a la intelectualidad nacional en buena parte de la historia democrática. ¿Cuál es entonces su papel hoy? --Hubo dos tipos de crítica a la democracia civil o cuarta república. Una buscaba corregir las fallas y otra destruir el sistema. En la etapa final, los intelectuales tomamos dos posiciones muy distintas; hubo quienes de un modo directo o indirecto apoyaron el golpe de 1992 y hubo quienes (entre los que me cuento) lo repudiamos de manera radical desde el principio. Ahora, una vez que percibimos con mayor claridad qué se proponía Chávez con su gobierno, los intelectuales venezolanos hemos enfrentado con gran coraje y dignidad este proyecto político personalista.


--Parece como si la idea de crisis y de caos fuera parte de la identidad venezolana... --Por ese pesimismo los intelectuales venezolanos hemos tendido a exagerar con el término y la presunta realidad de la crisis nacional, a tal punto que hemos confundido estar en movimiento con estar en crisis. Si vemos la cosa de una manera simplista, la vida es crisis en el sentido que es desafío y reto permanente. Un país tiene que estar en movimiento. Decir que los 40 años de la república civil fueron de crisis no explica nada. Decir que la revolución bolivariana ha sido un período crítico es decir mucho y nada. La solución a estos dilemas está en tratar de ser un poco más específicos cuando se usa esta palabra.
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--Aunque su libro no incluye sus ensayos más recientes, ya allí adelanta el peligro de una democracia autoritaria. ¿No es una contradicción decir que el régimen chavista es una democracia autoritaria? --Me refiero a una democracia autoritaria porque Hugo Chávez puede obtener la voluntad de la mayoría e imponerla sobre la minoría; Adolfo Hitler ganó las más importantes elecciones en las que participó, como ocurrió con Benito Mussolini y Juan Domingo Perón. Por eso es que las democracias civilizadas son liberales, en las cuales están protegidos los derechos de las minorías.

La voluntad de la mayoría debe tener límites, porque de lo contrario la minoría va a estar esclavizada. En Venezuela, estos años hemos tenido una democracia autoritaria, pues la idea de Chávez es que si él tiene la mayoría puede imponer su voluntad absoluta sobre lo que él llama "los escuálidos". Más importante para mí es la libertad y no la democracia, porque defiende los derechos individuales y porque hay una clara concepción de que el poder puede tener límites, de lo contrario se convierte en un poder absoluto o totalitario.


--Usted ha estudiado extensamente los fenómenos totalitarios. ¿Cree usted que Venezuela vive o podría llegar a sufrir uno de estos regímenes? --Todos los totalitarismos se parecen, pero no todos los gatos son pardos en la noche totalitaria. Hay diferencias entre el fenómeno comunista y el nazi; por ejemplo, en el primero no hubo el biologismo racista. En el chavismo hay un impulso totalitario, pero no hay la capacidad de concretarlo, porque estamos en otro momento histórico y porque la sociedad venezolana tiene un tejido psicosocial y político impermeable a esa voluntad.


--¿Está la sociedad venezolana en una situación de crisis parecida a la de la Alemania anterior al nazismo? --Hay varias diferencias. El chavismo es el mismo populismo de siempre con el ingrediente adicional del delirio comunista de un líder. Esto quiere decir que en el fondo es un populismo clientelar, carente de fervor, de verdadero compromiso y dependiente, en gran medida, del flujo de recursos del Estado hacia los sectores empobrecidos. No hay fervor ni verdadera ideología, sólo carisma y un delirio. El movimiento nazi era "serio", porque estaba dispuesto a llegar a sus últimas consecuencias: tenía conceptualización, ideología y convicciones.


En segundo lugar, en Alemania se enfrentaron hasta 1933 dos extremismos: el de la izquierda radical (Partido Comunista Alemán)
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y el de la derecha (Nacional Socialista). En Venezuela tienes el extremismo chavista del líder principal, pero del otro lado una sociedad civil convencida de que el camino tiene que ser la resistencia cívica. El Partido Comunista Alemán y el nazismo estaban dispuestos a ir a la guerra civil, nosotros no. La tercera distinción es que las amenazas de Hitler de desencadenar una guerra europea se cumplieron; Chávez amenaza sin tener suficientes recursos para cumplir tales promesas.
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