domingo, 1 de marzo de 2009

El Laberinto venezolano.

El laberinto venezolano


Por Orlando Ochoa Terán

Saturday, 28 de February de 2009

Quizás la más emblemática expresión de la enorme confusión que reina en el campo opositor sea la reflexión de Adolfo Salgueiro en su columna del pasado sábado: “Convenimos en que el acto del 15F fue democrático, bastante pulcro y transparente. Ello no significa en modo alguno dejar de afirmar que todo el proceso en su conjunto no haya sido fraudulento, ventajista, inescrupuloso, atemorizante y corrupto”.

El 31 de enero de 2004, el New York Times dedicó un editorial destinado a probarle a los que favorecen el voto electrónico cómo se roba una elección “hackeando” o interviniendo una máquina de votación desde un lugar remoto. El Estado de Maryland, relata el NYT, adquirió 16.000 máquinas de votación para ser usadas en un proceso electoral, al tiempo que contrató una firma de seguridad informática para que expertos o “hackers” trataran de cambiar los resultados. En cuestión de minutos los “hackers” copiaron las llaves de acceso, se aseguraron el control de las máquinas y cambiaron los resultados a voluntad.


“Críticos de la nueva tecnología” -decía el NYT- “con frecuencia son acusados de alarmistas, pero la vulnerabilidad que se demostró en este estudio es tan malo que pareciera que no puede ser verdad”. En 2003, en una convención de más de 100 tecnólogos presidida por el profesor de Ciencias de la Computación de la Universidad de Stanford, David Dill, se concluyó que la nueva tecnología de votación puede crear más problemas que todos los sistemas que la precedieron. Rebecca Mercuri, profesora de Ciencias de la Computación de la Universidad Bryn Mawr y experta en seguridad informática, interrogada sobre el uso de máquinas de votación para sufragar un SI o un NO en el referendo revocatorio de agosto de 2004, comentó que “realizar una elección usando máquinas de votación electrónicas sin que luego se verifiquen todos los sufragios emitidos por papel es "sospechoso" y "ridículo", pues esa no es la manera de evitar que los resultados sean manipulados”.


"Una computadora puede hacer que la impresión del papel diga una cosa y que la máquina grabe otra". Alvien D. Rubin, profesor de Johns Hopkins University, uno de los más reputados expertos en seguridad informática del mundo es un crítico del sistema electrónico de votación. A propósito del mismo referendo revocatorio de 2004 declaró que no se justificaba un sistema automatizado en un proceso tan simple como un SI o un NO. “No hay necesidad de computadoras. Es distinto si hay que decidir sobre 50 alternativas".


Jorge, el rey MidasSi el uso de máquinas de votación resultaba “ridículo y sospechoso” hace 5 años, ¿puede algunos de estos tecnólogos concebir que la plataforma electoral venezolana para sufragar por un SI o un NO cuenta además con un sistema automático de impresión de huellas digitales que son recuperadas por otro complejo sistema que trasmite la data por satélite a una base de datos que se maneja como si se tratara de una operación encubierta? Esta plataforma tecnológica, curiosamente la más avanzada y costosa del mundo en un país que aún no ha encontrado la fórmula para recoger la basura, fue obra del siquiatra Jorge Rodríguez, el entonces “árbitro imparcial” quien esta vez dirigió la campaña gubernamental por el SI.

El mismo que sacó de la manga a la diminuta Smartmatic registrada en Florida con $10.000, como la empresa que devendría en una corporación multimillonaria, que supliría al CNE de las máquinas de votación “fabricadas en su planta de Italia”. En realidad era la cuestionada Olivetti la que convertiría terminales de lotería en máquinas de votación, se las vendería a Smartmatic y esta se las revendería al CNE con un fabuloso margen de ganancia.

Los chicos ricosMás tarde se supo que el gobierno bolivariano era socio del consorcio a cargo del desarrollo del sistema electoral, Cantv-Bizta-Smartmatic, a través de Foncrei. El documento se autenticó en el Registro Mercantil del Cubo Negro cuya titular era la hija del entonces vicepresidente José Vicente Rangel. Una vez que Smartmatic llena su botija con millones de petrodólares, sale de compras y adquiere en EE UU, por otros millones de dólares, a Sequioa Voting System, que en pocos meses se ve obligada a vender.


El gobierno de EE UU determinó, a través de una investigación, los vínculos de Smartmatic con el gobierno bolivariano de Venezuela. Mucho antes de esta decisión, en una minuta que descubrimos en 2006, en los registros electrónicos de la Ciudad de Chicago, los muchachos de Smartmatic reconocían que el capital de Smartmatic era de venezolanos que ocultaban capital e identidades en la misma empresa (Trust International Management) que había protegido de investigaciones la inmensa fortuna que se robó de Indonesia el dictador Suharno. ¿Alguna razón para dudar del sistema electoral venezolano?


De acuerdo a una alquimia tecno-política de algunos dirigentes opositores, el “sistema electoral venezolano tiene dos caras”, por un lado “un dispositivo automatizado, eficiente y prácticamente invulnerable a triquiñuelas” y por el otro “un organismo rector, el CNE, que no merece la más mínima confianza”.
¿Será posible que los venezolanos encontremos una salida al laberinto en el cual nos adentramos hace, precisamente hoy, 20 años?

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