miércoles, 27 de octubre de 2010

25/10/2010


El negocio de los ‘aliados estratégicos’


Por Orlando Ochoa Terán

Como se hiciera con Cuba al comienzo de su mandato, el presidente Chávez decidió adoptar económicamente a Bielorrusia para protegerla del bloqueo de Rusia en el ejercicio de una diplomacia que se balancea entre plátanos, chocolates y energía nuclear.

En la historia de las relaciones internacionales la alianza estratégica de mayor trascendencia que ha conocido la humanidad fue la de Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética durante 4 años de la Segunda Guerra Mundial. En este tiempo Churchill, visitó a EE UU en 4 ocasiones. Franklin Roosevelt visitó sólo una vez la Unión Soviética y nunca a la Gran Bretaña. Stalin por su parte no visitó a ninguno de los dos países de la Alianza. Sólo hubo cuatro encuentros entre los Tres Grandes: Casablanca, Teherán, Yalta y Potsdam. En esta última participó Harry Truman como consecuencia de la muerte de FDR en 12 de abril de 1945.

Pero por una extraña razón mística en la política exterior bolivariana, la esencia de una “alianza estratégica” reside en el número de visitas que el jefe del Estado cumple con el país que arbitrariamente es seleccionado como “aliado estratégico”.

A los centenares de viajes combinados a Cuba, Bolivia, Brasil, Argentina, Ecuador y Nicaragua se agregan ahora la novena visita a Moscú, la octava a Irán, la quinta a Bielorrusia y la tercera a Siria.

Los beneficios
Según esta curiosa concepción estratégica los “aliados”, unilateralmente, terminan siendo los verdaderos beneficiarios de acuerdos y tratados. La participación de Pdvsa en la Ruhr Oel alemana, por ejemplo, era mala para Venezuela pero es excelente para Rusia. Con frecuencia, cada vez que el presidente Chávez prodiga a sus aliados millones de dólares extraídos del tesoro venezolano u otras ventajas, ratifica su intención de no beneficiarse. Y en esto no hay sutilezas diplomáticas, es en serio.

A menos que sea otra la intención, se adquiere sistemas antiaéreos S-300 y no es coincidencia que con ello libra de un revés económico a la industria de armamentos de Rusia que los había comprometido con Irán.

El programa de energía nuclear sólo lo explica la intención de competir con Irán por cobertura internacional. Los aviones Antonov que se proponen adquirir son urnas voladoras. Aviation-safety.net indica que en 2005, por referir un año, el 30% de todos los accidentes aéreos del mundo eran Antonov. Los Skytruck, que han causado decenas de muertes a militares venezolanos, son una versión polaca del Antonov fabricado en Ucrania.

La adopción
Como antes con Cuba, se ha decidido suplir de petróleo barato a Bielorrusia para que lo revenda y compense el bloqueo de Rusia. La oferta es válida por “200 años”. Algo así como que si Francisco de Miranda en 1812, poco antes de ser llevado a la Carraca, le hubiese garantizado a Inglaterra la producción venezolana de cacao por dos siglos.

Bajo esta disparatada concepción, Bielorrusia desarrollará en Venezuela un programa de viviendas en virtud de una supuesta experticia de este país en la industria de la construcción. Durante la Segunda Guerra Mundial el 75% de las viviendas de Bielorrusia fueron destruidas. En 1986, cuando todavía no se habían recuperado, y como consecuencia del desastre de Chernobyl, centenares de miles de bielorrusos fueron desplazados agudizando la crisis de viviendas que se extendió hasta este milenio.

En contraste, el desarrollo de la construcción en Venezuela no tuvo parangón en América Latina en ese mismo período. Acudir a Bielorrusia para que nos asista en este sector sólo demuestra que el gobierno bolivariano de Venezuela es más atrasado y más incompetente que los gobiernos de los países más atrasados e incompetente de Europa Oriental.

Los recientes y modestos logros de Bielorrusia en viviendas se deben a la ayuda de Alemania y a la asistencia conjunta de expertos de UNECE/UNDP/UN-HABITAT de las Naciones Unidas, coordinados por la reputada arquitecta Christina Von Schweinichen. Así lo reconoció recientemente la economista Elena Rekova en nombre del ministerio de Arquitectura y Construcción de Bielorrusia.

Asistirse de Bielorrusia cuando se pudiera recurrir a venezolanos o a los mismos organismos de las Naciones Unidas que colaboraron con este país es una idiocia de tal magnitud que resulta extraño incluso en el reino de la incompetencia del gobierno bolivariano.

No obstante, con la experiencia de la intermediación cubana en todo lo que se mueve en la dimensión bolivariana y sus pingües beneficios, no debería sorprendernos que estos nuevos intrusos y vividores de la última dictadura de Europa, se aprovechen de su “alianza estratégica”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario