martes, 5 de octubre de 2010

5 de octubre de 2010

Otra mirada al milagro alemán
por Lawrence White

Lawrence J. White es un Académico Adjunto del Cato Institute y profesor de economía de George Mason University.

A principios de este verano, George Soros y otros importantes economistas Keynesianos criticaron la disciplina fiscal de Alemania por considerarla demasiado estricta. Aún así la producción real de Alemania creció a una saludable tasa anual de 9% en el segundo trimestre del año, mientras que la economía estadounidense creció a una tasa anémica de 1,6%. ¿Será que Alemania es ahora un ejemplo a seguir en cuanto a cómo recuperarse?

En un artículo de junio, el Ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, justificó la decisión de su gobierno de reducir el gasto, citando: “una aversión a los déficits y un miedo a la inflación, ambos tienen raíces en la historia alemana del último siglo”. Él probablemente se estaba refiriendo a la destructiva hiperinflación de la década de 1920
El Sr. Schäuble podría haber citado otro episodio relevante en la historia de su nación. Hace sesenta y dos años Alemania se convirtió en el modelo de recuperación de una crisis muy distinta. Luego de la Segunda Guerra Mundial, las ciudades, fábricas y trenes de Alemania estaban en las ruinas. La escasez aguda de alimentos, combustible, agua y vivienda constituyeron retos a la mera supervivencia.

Desafortunadamente, aquellos que hacían las políticas de la ocupación de hecho perpetuaron la escasez al mantener los controles de precios que el gobierno Nazi había impuesto antes y durante la guerra. Los consumidores y empresarios combatían el régimen burocrático de controles y racionamiento en lo que el economista alemán Ludwig Erhard describió como Der Papierkrieg –la guerra de los papeles. Los mercados negros eran omnipresentes.

El nuevo Partido Social Demócrata de Alemania quería continuar con los controles y el racionamiento. Algunos consejeros estadounidenses estaban de acuerdo, particularmente, John Kenneth Galbraith. Galbraith era un funcionario del Departamento de Estado de EE.UU., encargado de supervisar la política económica para los territorios ocupados en Alemania y Japón. Él había sido el zar estadounidense de los controles de precios entre 1941-1943 e ignoró por completo la idea de revivir la economía alemana eliminando los controles.

Afortunadamente, para los alemanes comunes y corrientes, Erhard —quien fue nombrado director de la administración económica para el territorio ocupado por los ingleses y estadounidenses en la Bizona en abril de 1948— pensaba distinto. Una reforma monetaria que él ayudó a diseñar fue elegida para reemplazar al viejo y débil Reichsmark con el nuevo marco alemán en las tres zonas occidentales para el 20 de junio. Sin la aprobación del comando militar de los Aliados, Erhard aprovechó la ocasión para emitir un decreto de gran envergadura que eliminaba gran parte de los controles de precios y directivas de racionamiento. Él después le dijo a unos amigos que el encargado estadounidense, el General Lucius Clay, lo llamó cuando se enteró del decreto y le dijo: “Profesor Erhard, mis consejeros me dicen que usted está cometiendo un grave error”. Erhard le contestó, “Mis consejeros también me lo han dicho”.

No fue un error grave. Durante las siguientes semanas Erhard eliminó gran parte de los controles de precios y de salarios, así como casi todas las órdenes de asignación y directivas de racionamiento que quedaban en la Bizona. Los efectos de la eliminación de los controles fueron dramáticos.

La escasez se terminó, los mercados negros desaparecieron y la recuperación de Alemania empezó. La compra y venta con marcos alemanes reemplazó al trueque. Los espectadores destacaron que casi de la noche a la mañana las fábricas empezaron a emitir humo, los camiones de entrega llenaron las calles y la bulla de las construcciones se empezó a escuchar en varias ciudades.

El notable éxito de las reformas hizo que estas fueran irreversibles. Unos meses después la zona francesa imitó las reformas. Luego, las autoridades de los Aliados redujeron las tasas tributarias considerablemente.

Entre junio y diciembre de 1948, la producción industrial en las tres zonas occidentales aumentó en un sorprendente 50%. En mayo de 1949 las tres zonas fueron fusionadas para conformar la República Federal de Alemania, comúnmente conocida en Occidente como Alemania Occidental, mientras que Alemania Oriental permaneció bajo el dominio soviético con el nombre República Democrática de Alemania.

El crecimiento continuó en virtud de las políticas de libre mercado del nuevo gobierno de Alemania Occidental. Erhard fue nombrado Ministro de Asuntos Económicos durante el gobierno del Canciller Konrad Adenauer entre 1949 y 1963. La economía de Alemania Occidental no solo que superó con creces a la de Alemania Occidental, sino que llegó a superar la de Francia y el Reino Unido a pesar de recibir muchos menos fondos de ayuda externa del Plan Marshall. Esta era la era del Wirtschaftswunder o “milagro económico”.

Entre 1950 y 1960 la producción real de la economía de Alemania Occidental se duplicó, creciendo a una tasa anual compuesta para la década de casi 8% al año. Los econometristas que han tratado de determinar los distintos factores que contribuyeron a este impresionante récord, descubrieron que no todo puede ser atribuido a una creciente fuerza laboral y mayores flujos de inversión o a el “alcance” desde un punto inicial bajo de producción. Gran parte del crecimiento del periodo es atribuido a una política económica superior.

Erhard llegó a la presidencia después de Adenauer en 1963 y fue canciller durante tres años. Su éxito electoral fue un espaldarazo a las políticas que habían desencadenado el Wirtschaftswunder.

Erhard derivó sus ideas de los economistas liberales basados en la Universidad de Freiburg, particularmente Walter Eucken, quien desarrolló una filosofía liberal conocida como el Ordoliberalismo (ORDO en honor a la publicación académica donde los economistas publicaban sus ideas). El interés en las ideas Ordoliberales disminuyó en Alemania después de 1963, eclipsadas por el interés en la economía Keynesiana. El Estado Benefactor creció. La economía se volvió anquilosada con políticas dirigidas a grupos de intereses. No es coincidencia que el crecimiento económico también disminuyó. Entre 1960 y 1973 el crecimiento fue la mitad de lo que fue en la década de 1950 y durante el periodo entre 1973 y 1989 disminuyó, nuevamente, a la mitad de aquel del periodo anterior, siendo de solo un 2% al año.

El interés en el Ordoliberalismo empezó a revivirse entre los académicos en los 1970s y 1980s y continúa teniendo una presencia institucional en la Universidad de Freiburg y en el Walter Eucken Institute. Un mayor interés por parte de los políticos sería lo mejor que podría pasar para revivir el crecimiento económico alemán a largo plazo.

Si el Sr. Schäuble es sincero cuando dice que, en comparación con los que hacen la política en EE.UU., “nosotros tenemos consideraciones a largo plazo y estamos, por lo tanto, más preocupados por las consecuencias de déficits excesivos y por los peligros de una inflación alta”, él puede encontrar un modelo útil en las políticas de su antecesor de hace 60 años.

Este artículo fue publicado originalmente en The Wall Street Journal (EE.UU.) el 8 de septiembre de 2010.


Este artículo ha sido reproducido con el permiso del Wall Street Journal © 2010
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