lunes, 16 de agosto de 2010

Dejen que el mercado prospere para que la gente pueda hacerlo también.

10 de agosto de 2010

Dejen que el mercado prospere para que la gente pueda hacerlo también
por James A. Dorn

James A. Dorn es Vice-presidente para Asuntos Académicos de Cato Institute y especialista en China y coautor de China's Future: Constructive Partner or Emerging Threat? (El Futuro de China: ¿Socios Constructivos o Amenaza Emergente?).
Luego de que la Secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Rodham Clinton, anunciara que se impondrían nuevas sanciones económicas a Corea del Norte, un titular decía: “EE.UU. ejerce presión sobre la economía de Corea del Norte”. Sin embargo, Pyongyang ya ha estrangulado su propia economía.

El caos creado por la “reforma” monetaria de divisas del año pasado y por la dura caída de las actividades del mercado es evidente en la escasez de comida, una espiral de precios y el descontento.

Los pequeños comerciantes habían aprovechado las oportunidades rentables de comercio que surgieron después de que los controles económicos fueron relajados tras la hambruna de mediados de los noventa. Los mercados privados se desarrollaron y el comercio a través de la frontera aumentó. La existencia de mercados privados acompañado de las políticas de “sunshine” del sur brindaron nuevas oportunidades, al permitir a los trabajadores separarse del sector público y a los consumidores comprar bienes fuera del sistema de distribución del Estado.

Como era de esperarse, la élite comunista le temía al mercado. Además, el sur, bajo presión doméstica y de EE.UU., se alejó de una política de apertura. Para 2005, Pyongyang había empezado a restringir a los pequeños comerciantes. La reforma monetaria —y la puesta de fin al uso de monedas extranjeras en la economía informal y dual— fueron señales de que una mayor liberalización no era bienvenida.

En lugar de aprender de los experimentos naturales que mostraron la superioridad de los mercados, Kim Jong-il y sus compadres prefirieron mantener su poder. Al hacer al pueblo dependiente del Estado para vivir, los funcionarios gubernamentales recuperaron el poder que habían perdido ante el mercado. Sin embargo, las reformas fallaron, el gobierno se disculpó, y algunas actividades mercantiles fueron reactivadas.

¿Qué sucederá luego? La reportada ejecución del jefe de economía del partido Pak Nam-gi, en marzo, por su papel en la reforma de divisas podría ser señal de una futura liberalización. En ausencia de levantamientos populares, sin embargo, es probable que la vieja guardia siga tratando de proteger su posición privilegiada. La adherencia a la planificación central no evitó el colapso de la Unión Soviética; más bien lo apresuró. Es probable que lo mismo suceda en Corea del Norte.

Luego de más de 50 años de tensión entre el Norte y el Sur, es tiempo de acabar con la fantasía socialista y restaurar los mercados y la libertad en el Norte. La política de sanciones económicas y juegos de guerra empleada por EE.UU. no ha logrado cambiar al Norte. Una política de interacción económica sería más productiva, con el apoyo tanto de China como de Corea del Sur. El “crecimiento pacífico” de China es el resultado de la liberalización económica, no del aislamiento.

La transición del Norte de un modelo de planificación central al mercado debería ser de suma importancia. Enormes juegos de guerra y sanciones económicas solamente le seguirán el juego al departamento de propaganda del Norte, y EE.UU. se convertirá en el chivo expiatorio para el ataque de Kim hacia el liberalismo económico.

El Norte fue una vez más rico que el Sur. La restitución de los mercados y la institución de un estado de derecho le daría a los coreanos del norte la posibilidad de mejorar sus vidas.

Este artículo fue publicado originalmente en The South China Morning Post (China) el 29 de julio de 2010.

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