sábado, 21 de agosto de 2010

El embajador Palmer y el gobierno bolivariano.

El embajador Palmer y el gobierno bolivariano .

Viernes, 20 de Agosto de 2010 06:57 Orlando Ochoa Terán .

Poco después que el presidente Chávez se reuniera con el presidente Santos en el preciso lugar donde los ancestros oligarcas del mandatario colombiano, según el líder bolivariano, asesinaron a Simón Bolívar, incurre en otro dislate al rechazar públicamente la designación del embajador Larry Palmer como embajador de EE UU.

Como si la zarzuela venezolana en Santa Marta no hubiese sido suficiente, los términos que el presidente Chávez usó para rechazar la designación del nuevo embajador de EE UU, Larry Palmer, fueron tan poco convencionales que no se sabía si le estaba rogando al presidente Obama que retirara al embajador o que lo ayudara a recuperar parte de la dignidad perdida en Santa Marta. “Es imposible que el señor Palmer sea aceptado por un gobierno digno” dijo Chávez.

Eso explicaría, aparentemente, el tono blando que usó el líder bolivariano con el presidente Obama en contraste con los que usó con Uribe y Santos, “lacayos del imperio”. El caso es que cualquiera que hayan sido las razones para la exigencia, no fue complacido. Era previsible. La jugada del veterano senador Richard Lugar no fue entendida por el atribulado mandatario, mucho menos por Maduro. Veamos.

Incómodo predicamento

Richard Lugar, ex presidente del Comité de Política Exterior del Senado es el republicano de más alto rango de este comité. Cuando el presidente Obama designó al embajador Larry Palmer como embajador en Venezuela, el senador Lugar le envió un cuestionario para ser respondido durante la interpelación. Sus respuestas fueron las razones que esgrime el presidente Chávez para solicitar su remplazo. Un requerimiento muy poco usual una vez que se ha concedido el placet de rigor como ha ocurrido en este caso.

Lugar, un persistente crítico del gobierno bolivariano es partidario de medidas más drásticas que Obama ha eludido. Dada su experiencia en política exterior no sería aventurado decir que el cuestionario de marras, poco común en estos casos, fue hecho deliberadamente para colocar al presidente Chávez y al presidente Obama en un incómodo predicamento.

Si las respuestas del embajador Palmer, por tacto o sutileza, no hubieran sido coherentes con la posición oficial del gobierno, validada a través de decenas de reportes y pronunciamientos civiles y militares, su nombramiento habría sido rechazado ipso facto. Bastaba pues que se hicieran públicas, tal como lo hizo el senador Lugar en su website, para que fuera perfectamente predecible la reacción del presidente Chávez quien jugó a favor de los republicanos.

Las consecuencias

El Departamento de Estado sabía que en caso de que el presidente Obama hubiera complacido la graciosa petición del presidente Chávez, se habrían repetido las mismas circunstancias. Como ningún diplomático de carrera cometería la torpeza de responder un cuestionario del Senado sin consultar con el Departamento de Estado, este se vio obligado a solidarizarse con el embajador Palmer.

Es decir, para que el Senado de EE UU apruebe a un embajador en Venezuela, debería acordar, en un acto sin precedentes y en aras de la paz del mundo, evitar herir la sensibilidad del jefe de Estado venezolano, absteniéndose de interrogar al embajador designado.

Sin embargo, si el gobierno bolivariano no sufriera del déficit de atención colectivo, habría advertido que la mayoría de los embajadores sometidos en esa oportunidad a la aprobación del Senado fueron aprobados, con la excepción de Palmer. Una clara señal que indicaba muy poca disposición. Hecho que hacía inoficioso el rechazo del presidente Chávez quien de esta forma dio pié para que el veterano senador republicano alcanzara con la misma piedra al presidente Chávez y al presidente Obama.

¿Consecuencias? Visto el precipitado rechazo y la incomodidad causada, los republicanos podrían optar por aprobar el nombramiento. En este caso Venezuela podría revocar el placet. EE UU quedaría sin embajador y las relaciones diplomáticas descenderían a un nivel semejante al de EE UU con Siria durante estos últimos 3 años, lo cual complacería enormemente a los republicanos. Como el caso de Siria les permitiría escalar en el asedio al gobierno bolivariano como patrocinadores del terrorismo y facilitadores del narcotráfico con la desventaja para Venezuela, comparada con Siria, que no limita con Israel, El Líbano, Irak, Jordania y el Mediterráneo.

Otra posibilidad es que el presidente Chávez recule, como es costumbre, y acepte a Larry Palmer con cualquier excusa patriotera. Su credibilidad entonces descendería a niveles que igualmente complacería a los republicanos, entre muchos otros.

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