viernes, 6 de agosto de 2010

Invasión, embargo petrolero y guerra.

Invasión, embargo petrolero y guerra

Por Orlando Ochoa Terán.

“Para un patriota su pueblo está primero que cualquier otro país del mundo, para un nacionalista el odio a otro país está por encima de su propio pueblo” -Charles de Gaulle No deja de ser una complicación para todos aquellos que nos interesamos en los temas de política internacional tener que abordar seriamente y por enésima vez la supuesta invasión de EE UU a Venezuela.

Por primera vez parecía que la persona identificada con el código “Mauricio” tenía información precisa que indicaba que la invasión se produciría el pasado 26 de Julio. Tenía sentido. Un hecho histórico bolivariano asociado a la hermana revolución cubana.

El suspenso no duró mucho de modo que la sarcástica observación del presidente Alan García sigue vigente. ¿Por qué habría de invadir a Venezuela el imperialismo yanqui si el presidente Chávez se asegura cada día que EE UU reciba religiosamente el petróleo?

Como en otras ocasiones el presidente Chávez se ha cuidado de dejar muy en claro que dicha suspensión “sólo” se produciría en caso que se produjera la invasión. Sin embargo, algo no cuadra con este condicionante. Si EE UU, como asegura el adolescente de Tarek El Aissami, invade porque necesita "meterle mano al petróleo venezolano” ¿cómo es que el presidente Chávez podría suspender el suministro petrolero desde un supuesto refugio en Pinar del Río o donde se encuentre dirigiendo la resistencia? ¿Pudo alguien haber imaginado a Saddam Hussein dando órdenes de suspender embarques de petróleo una semana después de la invasión a Irak? ¿O a Manuel Noriega dando órdenes de cerrar el Canal de Panamá desde la Nunciatura Apostólica donde se había refugiado?

El mensaje Pensar que el presidente Chávez no se ha paseado por estas inconsistencias es subestimarlo. De las tantas veces que ha anunciado la suspensión del petróleo a EE UU es la primera vez que implica que los venezolanos la pasaríamos mal sin los dólares de la factura gringa. “Así tengamos que comer piedras” dijo.

¿Qué se mueve en el laberinto cerebral presidencial? Él debe ser el primer convencido, y el más desilusionado, de que la invasión nunca se producirá. ¿Cuál es entonces la alternativa a una invasión? Si nos atenemos a su fijación por Fidel Castro, podría estar sugiriéndole a EE UU, ante la frustrada invasión, en una modalidad de embargo para que EE UU suspenda las adquisiciones del petróleo venezolano.

Después de todo, con una constancia admirable no cesa en darles suficientes razones para una decisión que a nadie le sorprendería. Aparte ha reducido lo suministros petroleros a tal punto que el daño a la economía gringa ya es prácticamente nulo. No así para nosotros, “comeríamos piedras”.

Un embargo de esta naturaleza tiene sentido en la disparatada estrategia bolivariana y en su obsesión por remedar la ordalía cubana y, por supuesto, justificar con el mismo argumento cubano la anarquía social que ya se desliza por el tejido social.

Un Sistema Eléctrico Nacional encaminado hacia el colapso, una rampante escasez de alimentos, endemia de dengue, inseguridad desbordada y una previsible inflación fuera de control. Huir hacia adelante En los primeros enfrentamientos los vietnamitas descubrieron que la artillería americana era una de sus mayores ventajas.

Para reducir su devastador efecto y poder desplegar las propias ventajas numéricas los vietnamitas ordenaban a sus tropas precipitarse sobre las líneas de defensa americanas donde no llegaba el fuego de artillería por la proximidad con sus tropas. Si bien se eludía el fuego de la artillería pesada exponían a sus propios soldados al fuego directo del enemigo que los esperaban en posición de defensa. Este es un modelo de la táctica de huir hacia adelante.

Se emplea generalmente en condiciones desesperadas bien porque retroceder no es una opción y permanecer en la misma posición es letal. El miedo es también un acicate. Huir hacia adelante es la forma de evitar una confrontación inmediata postergándola por un escenario mediato generalmente más azaroso, con el objeto de ganar tiempo.

Con mucha razón se ha dicho que estos juegos de guerra con Colombia y periódico su desafío a los gringos, constituyen una suerte de huída hacia adelante. El problema es que el costo puede ser muy alto y sólo tiene algunas posibilidades de éxito con una disposición para sacrificar su propia gente sin ningún miramiento. Y aún así no hay ninguna garantía.

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